PRÓLOGO
Me
agrada que -venciendo las tentaciones del exitismo actual- Teresa Calderón se
inscriba entre aquellos que no hacen de la literatura una carrera de velocidad
sino una carrera de regularidad sí, viene publicando un libro cada cinco años: CAUSAS
PERDIDAS, 1984; GÉNERO FEMENINO, 1989, y en este otoño del 94 me
concede el privilegio de ser el primer lector de sus IMÁGENES ROTAS.
Si de prólogos se trata, ya en el de su
primer libro se destaca una “despiadada sinceridad en la visión femenina de la
relación conyugal”. Y en el segundo: “siente que el asunto es contarlo (casi)
todo”. Lo cual no sea recordado a favor de sus prologuistas•, sino de la unidad
de esta poesía, unidad no temática, que podría hacer reiterativa, sino
entrañable, que cava ahí mismo, y por lo tanto nunca ahí mismo, sino cada vez
más hondo: Convincente la escoba/ barriendo la piel/ los huesos tatuados por
el pavimento. Así, extremando ese “contarlo (casi) todo”, hoy escribe: la
vida privada/ es un asunto público. Y es curioso que este gesto teatral
desafiante, no sea tal, sino apenas la constatación de una realidad tan
palpable, que es lo que justifica poemas como Coplas a la muerte de mi padre,
de Jorge Manrique, o los Sonetos de la muerte de nuestra Gabriela
Mistral.
No es un ejemplo casual. Todo el breve,
intenso libro es una tragedia, en el sentido más clásico, con esa “arrogancia
irracional del héroe, que persevera en su acción, a pesar de las advertencias,
y que lo hará enfrentarse con su destino…, a sabiendas de que ese combate sólo
puede conducir a la destrucción.”. ••
La universalidad de esta situación
dialoga, en nuestra tradición, con los ya citados Sonetos de la muerte,
diálogo más bien polémico: Ahora conozco/ el sitio exacto/ el tamaño y
longitud/ el color perdido de tus huesos/ al fondo de un zapato. Donde “tu
puñado de huesos” no es metafórico: cabe, realmente en un puño o en un zapato.
O bien el sentimiento de culpa
mistraliano: “No le puedo gritar, no le puedo seguir”, frente a idéntico
sentimiento teresiano: ¡Qué mensaje oculto/ escrito la botella calibre 38/
que no pude descifrar a tiempo? Pero aquí la recriminación es más cruel,
porque se recibió la señal -la botella es un típico mensaje en busca de
encuentro, ya sea la que se lanza al mar o sobre el mesón de la taberna- y no
se entendió.
Como habrá visto el lector, no se trata
de la simple, y ya tan socorrida, intertextualidad formal, sino de otra, yo
diría subliminal, que opera más en el plano de la conciencia que del lenguaje,
y por lo tanto revela una mayor elaboración artística: Del nicho al lecho/
no hay mucho trecho. Este suelen funcionar como mecanismos verbales
tendientes a bajar la presión emotiva, pero en un plano más profundo,
concuerdan con el carácter frustrado del antihéroe, uno de los jóvenes
poetas aspirantes al suicidio.
Lo triste es que el suicidio frustrado es no menos
frustrante ¿Qué hacer con este cuerpo ahora/ derrotado como está/ por la
vida/ y por la muerte?
Por esta vía la situación que -”no
culmina en catástrofe”- ingresa, no cae, en la tragicomedia, donde conviven
“lenguaje elevado, procedente de la tragedia, y lenguaje cotidiano, incluso
reversito, típico de la comedia”. •••
Apelo a la autoridad de estas citas y lamentaría que el
desenfado, la envidiable gracia de estos versos, su levedad formal, su irónica
mirada a este operático final de siglo, opacara -en una lectura superficial-
el rigor de un lenguaje lírico drásticamente castigado en busca de intensidad,
los hallazgos expresivos que parecieran querer camuflarse antes que lucirse. La
vida es cruel y es mucha, con su resonancia tanguera, es la nota más
trivializante que encuentro y sin embargo, leámosla en serio: crueldad y exceso
que la hacen insoportable, ¿qué palabras más exactas podrían revelar el
menoscabo/ el deterioro feroz/ las ganas de escaparse para siempre de esta
vida?
En el paralelismo mistraliano-teresiano
que vengo haciendo me queda un temor: Fernando Alegría se pregunta si será
posible rescatar los Sonetos de la muerte “de la crónica roja de la
poesía” y sería penoso que alguien inscribiera allí este hermoso texto de vida,
pasión y resurrección.
Breve, intenso, tierno, sarcástico,
impecable, implacable poema dramático, IMÁGENES ROTAS recompone
lúcidamente conciencia intelectual y vivencia humana: Una tristeza como
esta/ -los griegos ya lo sabían-/ la registra el ADN/ de
generación en generación/ por los siglos de los siglos.
La registra también la
historia de la poesía chilena, con su corte de mártires de la propia juventud,
de generación en generación, desde Isabel Peralta o Romeo Murga, hasta Rodrigo
Lira o Armando Rubio.
El tema, pues, pertenece a la nacional, lo que, aparte de
confirmar que la vida privada es un asunto público, configura el
escenario en una adecuada lectura deberá recomponer estas IMÁGENES ROTAS.
Floridor
Pérez
Santiago, otoño de 1994.
Esta
no es una dedicatoria.
Simplemente
un ajuste de cuentas.
A
Tomás Harris, Monsieur Recamier.
Y
a mi hijo Gustavo.
PRIMERA PARTE
I Las
raíces que arraigan
¡Ah, pobre
Yorik!
Yo lo conocí,
Horacio…
Hamlet
&
La
vida: el gran laboratorio de la muerte plagado de tristes ratas.
&
Habría
que retroceder la historia hasta descubrir la evolución con las manos en la
masa.
&
Abrían
sus fauces los camiones de la tarde.
Todo
se lo tragaban.
La
lozanía de la fruta
participando
del misterio y de la muerte.
Convincente
la escoba barriendo la piel
los
huesos tatuados por el pavimento
y
tendones estallando y cartílagos sangrientos
y
briznas de pasto y ramas secas
recolectadas
en la caída.
El
más grande de los desperdicios
mi
pobre basura biodegradable
entrando
en la ambulancia.
&
Podríamos
considerar a la hora de los descargos
el
temblor matutino
la
náusea
el
desconsuelo
abriendo
sus brazos cada día
la
prepotencia urgente del deseo.
&
Esa
sed que no ceja en su sed
porque
está en la tierra y en todo lugar
descontando
el cielo.
Si
acaso.
&
Y al
otoño no lo mencionan las escrituras sagradas
como
estación de la muerte.
&
Los
suicidas las prefieren primaverales.
&
El
tiempo lo determina el hombre
pensó
asomando la razón
por detrás
de las inmensas columnas
y
del miedo.
&
El
futuro se perdía en un montón de escombros
y
abril, única verdad posible,
volvía
a ser el mes más cruel.
&
Está
oscura la tarde y caen sus sombras sobre los sueños.
Todo
se nubla en dirección al cielo.
&
Desde
los ojos poblados de presagios
sólo
existe la ventana abierta
engañosa
como un cuadro de Magritte.
&
Esta
no es una pipa
Este
no es un hombre
Esta
no es una ventana abierta
por
donde cae el hombre de la pipa
Esta
no es forma de morir
Esta
no debiera ser la vida.
&
Ahora
conozco el sitio exacto
el
tamaño y longitud
el
color perdido de tus huesos
al
fondo de un zapato.
&
Ahora
la memoria registra la fragancia
el
fragor del exterminio
en
estos días de tumba:
una impecable
sinopsis de la muerte.
&
¿Cielo?
¿Infierno?
¿A qué estado de
nada
a qué mazmorras
irán a dar los
espantados
los muertos de
miedo
los que tienen
perdida la fe
los atorados con
el trago amargo
de sus propios
pasos perdidos
los aterrados de
la vida por delante
los jóvenes
poetas aspirantes
al suicidio?
&
¿Qué
mensaje oculto traía escrito la botella calibre 38
que
no pude descifrar a tiempo?
&
Yo
soy el Camino. La Verdad. Y la Vida.
&
Miren
que venirme con el cuento de que es la sangre de Dios.
&
Salió
cara la gracia de convertir el agua en vino.
&
Alcohólico
anónimo o borracho conocido: ésa es la cuestión.
&
El
alcohol
como
el adjetivo:
si
no da vida.
Mata.
SEGUNDA PARTE
II En
estos escombros pétreos
Esa calavera…
¡Cómo la tira
contra el suelo
ese bribón…!
Hamlet
Perdónalo,
Señor, porque sabe perfectamente lo que hace.
&
Un
demonio magnífico se oculta en la botella. –Ábrela, –dijo y se rió.
&
Para
subir al cielo se necesita bajar al suelo
porque
el curso de la vida es oscuro
y
las cartas las echaron hace tiempo.
&
En
lugar de llorar junto al cuerpo derramado
recuerdo
a Humphrey Bogart
en
la ninguna película de su lecho de muerte
enronquecido
por el cáncer laríngeo
el
gángster más querido de Hollywood
el
matón adorable confesándose con Frank Sinatra:
lo
único que va bien es mi cuenta bancaria.
Para
qué más.
&
Todo
lo que toco se convierte en vino.
&
Irás.
Volverás. Nunca en la Guerra. Perecerás.
&
La
mejor manera de orientarse será ir al Oriente.
&
Irás.
Volverás nunca. En la Guerra perecerás.
&
Apenas
un hombre preso en el vértigo del vacío
c
a
y
e
n
d
o
a
nueve coma ocho metros por segundo.
&
¿Qué
hacer con este cuerpo ahora
derrotado
como está
por
la vida y por la muerte?
&
Tu
aversión a la vida
tiene
tantas razones que ninguna razón conoce.
&
Me
has roto un hueso dice el hombre después del apaleo. Doscientos quince huesos
tiene el cuerpo humano y este es sólo uno contesta la chica brava en Terminador
II.
&
La
vida privada es un asunto público.
&
Ahí
va el borrachín del barrio, dicen los del tejado etílico, los libres de culpa
que lanzan la primera o la última.
Por
aquí pasó el vagabundo que comía poco. Comenta el otro loco que comía poco.
Yo
lo vi caer. Era un pobre hombre demasiado agotado de andar por los jardines.
&
Era
indecoroso remontar el curso de las explicaciones.
Más
inadecuado aún estudiar la rima y la arritmia
con
que ese corazón desmoronado
perseguía
el ritmo de la vida.
Absolutamente
retrógrado
establecer
parámetros firmar acuerdos
y
nadar contra la corriente de tu tristeza indeclinable.
&
Al
fondo de la amargura engrillada y feroz en sus ojos de agua
la
soprano acomoda al gorjeo su garganta funeraria.
&
La
furia se adiestra en el papel que le acomoda.
La
ira ensaya su ira para este operático final de siglo.
&
Quién
puede comprender este espectáculo
si
no es como la ofrenda de un cuerpo
regresando
a la tierra de donde nunca debió salir.
&
El
suicidio
como
dijo el actor
es
una muerte
en
defensa propia.
&
Después
de todo con las heridas abiertas
regresa
a la fanfarria como los muertos vivos
en
la peor película de serie B.
&
Teníamos
un
futuro
por
delante
Yo sólo veo
huesos
y
carne
que
se
pudre.
TERCERA PARTE
III Un
montón de imágenes rotas
Si no fuera por
el temor
de un algo después de la
muerte…
Hamlet
&
Una
tristeza como ésta
–los
griegos ya lo sabían-
la
registra el ADN
de
generación en generación
por
los siglos de los siglos.
&
Esta
pena negra no es cuestión de boticarios.
&
Ni
perfiles bioquímicos
ni
frentes
ni
muestras para el cultivo
ni
retrato hablado
ni
delicadas transaminasas
ni
rayos x
y
griega o zeta
ni
clarences de creatinina
podrían
revelar el menoscabo
el
deterioro feroz
las
ganas de escaparse para siempre
de
esta vida.
&
Del
nicho al lecho no hay mucho trecho.
&
Los
antidepresivos se extravían camino a la conciencia
y
los ansiolíticos se pasean como Pedro
por
donde ya se sabe.
&
Batallones
de medicinas
discurren
a tu Salud:
Palabra
bendita
y
maldita.
&
La arbitrariedad
del signo lingüístico.
La
arbitrariedad de la muerte.
¿A
qué sistema de signos
debo
acudir para el consuelo?
&
La
vida es cruel y es mucha.
&
No espere milagros
dice
el sacerdote.
No
tiene vuelta
el
naipe no va a componerse
asegura
el tahúr.
El
siquiatra intenta
explicaciones
incomprensibles
y yo
insisto:
en
algo se las trae
la
palabra esperanza.
&
Confieso
que he bebido.
Acúsome,
Padre,
de
haberlo hecho
como
un condenado
a
vida.
Cada
uno vive y bebe
como
puede.
Ve
en paz,
Hijo
de tus Obras.
&
Oh,
Padre Antabús
no
lo desampares
ni
de noche
ni
de día
ni
en la Mala Hora.
Salud.
Era
Tebas el lugar de la tragedia
y no estábamos en Tebas.
Thomas
G. Harris
Teresa
Calderón, La Serena, 30 de marzo de 1955, es una poeta y narradora
chilena.
Hija de Alfonso
Calderón, Premio Nacional de Literatura. Teresa, junto a sus hermanas Lila y
Cecilia, pudieron desde pequeñas familiarizarse con libros y escritores.
Entre
1974 y 1980 estudió Pedagogía en Castellano en la Universidad Católica y,
posteriormente, en 1986, Estética en el Instituto del mismo nombre de su alma
máter.
Teresa
Calderón, a quien se considera de la Generación de los 80, ha publicado una
amplia variedad de cuentos, poemas, novelas y antologías y ha sido galardonada
con importantes premios del mundo literario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario