miércoles, 4 de agosto de 2021

Marisa Wagner / La loca del monte ( 5 poemas )

 



Si yo no estuviera loca

Si yo no estuviera loca...

¿Qué estaría?

¿Muerta?

¿Desaparecida?

Y estar loca…

¿No es una manera -como otra cualquiera-

de desaparecer o de morirse?

Pero no filosofemos… ¡no jodamos!

Si yo no estuviera loca estaría cuerda.

Haciendo la fila

para pagar la luz, el gas, el teléfono.

Haciendo otra fila

para pagar los impuestos.

Estaría mirando los clasificados.

Los informativos.

Estaría soñando

Con ser alta, flaca, rubia

-como las modelos-.

Estaría yendo de Shopping

por ejemplo.

No sé si lo resistiría.

Creo que no sabría qué hacer del otro lado.

 

Si yo no estuviera loca ¿Qué estaría? ¿Muerta? ¿Desaparecida?  Y estar loca ¿No es una manera -como otra cualquiera- de desaparecer o morirse? Pero no filosofemos ¡no jodamos! Si yo no estuviera loca estaría cuerda. Haciendo la fila para pagar la luz, el gas, el teléfono. Haciendo otra fila para pagar los impuestos. Estaría mirando los clasificados. Los informativos. Estaría soñando con ser alta, flaca, rubia -como las modelos- Estaría yendo al Shopping, por ejemplo. No sé si lo resistiría.

Creo que no sabría qué hacer del otro lado


A esto me gusta llamarlo -sencillamente- hospicio o manicomio. Siempre rechacé los eufemismos. Es como que viene mejor llamar las cosas por su nombre al pan, pan y al vino, vino. Y a las pastillas chaleco químico. Y aquello tan, tan viejo y tan cierto, que uno está loco, pero no come vidrio. Tal vez, tenga del mundo una visión, un tanto escatológica, un tanto, tal vez, parcializada, pero bueno por algo estoy en el hospicio.

 

Cuando se toca fondo y se mastica el polvo, te das cuenta, aprendés, que aún no lo has perdido todo, que hay más para perder, que el fondo, en realidad, no tiene fondo, que aún se puede descender y descender. Se piensa que ya no se puede estar más solo y sin embargo, sí se puede hay más soledad, te lo aseguro. Pero un día un día cualquiera, se te da por mirarte en el espejo (no abundan los espejos en el manicomio, por razones obvias, se me ha dicho). No importa, el espejo del que hablo, está en otro lado, adentro. Y te das cuenta, por ejemplo, que tenés dos piernas, te las mirás, las sometés a prueba, y te vas a dar una vuelta por el parque del hospicio. Y te cruzás entonces, con otro espejo que deambula, más valioso y fidedigno ¡Y acaece la revelación! ¡Qué voy a estar sola si somos mil setenta locos acá adentro! Y cuando nos juntamos los espejos uno le da coraje al otro y resistimos. La subestimación. La discriminación. Los abandonos. Pero bueno, estas ya no son cosas de locos.

 

Litio

Se habla de la bipolaridad de mi locura.

De la necesidad del litio de por vida.

Hace diez años:

Litio en desayuno.

Litio en el almuerzo.

Litio en cena.

Y cada tres meses una litemia.

(Valor de litio en sangre)

Una ecuación psiquiátricamente perfecta.

Sin embargo, yo siento

que mi locura

tiene mucho más que dos polos.

Muchos más matices.

Muchos recovecos.

¿Será, tal vez, multipolar y multifacética?

Me pregunto si puede el litio con todo esto.

¿No estarán podridas mis neuronas de tanto

Ceglutión en cuotas?

Maníaca. Depresiva. Psicótica.

Caractericemos.

Encuadremos.

Traguemos la pastilla.

Que pobre mi locura bipolar

que se queda quietita con el litio.

Que retrocede asustadiza.

Y yo vuelvo a esta lucidez de morondanga.

Prolijita, Mustia. Gris.

Casi calladita.

Es que si rio demasiado tiemblo.

(Me estoy euforizando, temo)

Si lloro, también tiemblo.

(Me estaré deprimiendo, pienso).

 

Marisa Wagner (Huanguelén, Argentina)

Poeta, escritora y loca. Se desempeñó como docente en la Escuela de Psicología Social y formaba parte del Frente de Artistas Externados del Borda. Convirtió en poesía y literatura sus experiencias con la locura y sus múltiples internamientos psiquiátricos. Fue a parar “con sus huesos” a los manicomios: Borda, Moyano, Alvear, el Servicio de Salud Mental de Olavarría, el hospital de Hinojo, y Montes de Oca. Muere en 2012.


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