martes, 15 de febrero de 2022

Lili Novy / Selección de poemas

 

Puerta oscura

 

Oscura es la puerta de nuestra casa,

el alto vestíbulo en penumbra está.

En ella del sol los dorados rayos

jamás se han vertido ni se verterán.

La luna, tímida testigo,

su interior no mira cuando platea el frente.

Sólo la penumbra, bailarina leve

flota misteriosa en las piedras del suelo.

 

Y sobre el portal de afuera,

un hombre pétreo a sus hombros carga,

como si esparciera la belleza misma

delicado el balcón y de hierro las flores.

Su índice derecho está en los labios

hace un siglo y medio que se apoya ahí.

Aquí las preguntas no están permitidas,

destinos hay muchos, sobre muchos calla…

 

En los aposentos llenos de antigüallas,

sólo estamos llenos de densos destinos,

hechizados somos, con pasión, y enfermos

oímos los llamados incesantes: ¡Salgan…!

Y ya ansiamos todos abrazar distancia,

el viento nos tienta como un rico extraño,

pero no encontramos los caminos ciertos,

si nos preparamos a buscar fortuna.

Como si flotaran sombras tras nosotros

desde las columnas del viejo vestíbulo,

como si nos rodeara las manos en reposo

algo del sueño y así nos despertara

como si siempre viéramos ante nosotros

la campana en lo alto del llamador,

y nos llevara como en bello olvido,

la ciudad afuera, la nostalgia adentro.

Para otros canturrean campanas a la luz,

bajo arcos sombríos la nuestra nos llama,

a ellos los levantan nuevos días en el este,

las nuestras se apagan suaves hacia el oeste…

 

¿Qué has creado, maestro barroco,

que no conozco tu nombre ni destino?

Tus estremecimientos resuenan con los míos,

aunque eres desde siempre, entre los mudos, mudo.

Tu plan clandestino, oscuro, hechicero,

condensó la vida en una sola imagen,

la sensación fugaz y pasajera busca

encontrar la imagen tranquila y final.

Oscura bajo el hombre silente es la puerta,

el reflejo acaricia las flores del balcón,

los rayos nocturnos, los matinales, dorados

desde el más allá derraman su sonrisa.

 

 

Espejo

 

Ya fue pecado el empezar a amarte,

pues alzaste un espejo frente mí.

Ante él bebí un brebaje embriagador

mi cuerpo conoció de afeites todos

lo rodearon los más dulces vapores.

 

Por gratitud te di mi corazón,

como un anillo caro a un buen esclavo.

Mi cabeza apoyé sobre tu hombro,

pero tu alma jamás la conocí,

ni a resguardo en tu pecho he dormido jamás.

 

Pero vi una grieta en el espejo

un día triste y severo del invierno.

Te miraba y te eché la maldición

con deseo enfermizo surqué con la palabra

tu rostro como con una esbelta vara.

 

Mi anillo caro te quité del dedo,

parado a la intemperie te quedaste

en tu sucio gabán, gris de cenizas.

Tu rostro se opacó, y no volviste

a levantar los ojos ya del suelo.

 

Ahora vives en exilio como un muerto,

y yo me hielo en cuartos sin respiro.

¿Somos yo o tú, víctimas de antiguas faltas?

¿Quién conoce de los planes ocultos el sentido?

¿Quién ve en sí mismo el rostro sin espejo?

 

 

Cadáver

 

Alguien está posado en el fondo de mi corazón

como un cadáver en el fondo del mar.

 

Como si el agua meciera sus manos,

tiende hacia arriba, pero no llega a la luz.

 

Un pie se separa del otro dando pasos,

pero sigue tendido en el lugar.

 

Levanta la cabeza y es lívido su rostro,

su expresión es callada y abatida,

 

me mira fijo en silencio, con los ojos abiertos:

“Para ti, para mí, no hay salvación alguna.

 

¿Sientes mi peso, este enorme peso?

Yazgo en tu corazón como un cadáver.

 

Sopórtame por fin dondequiera que vayas

¡Carga conmigo en tu viaje postrero!”

 

 

Polvo

 

Dispersa como polvo leve

cae la penumbra sobre el día dorado

cae el temor en mi alma

en mi alma entristecida.

 

En la oscuridad están en un puño

el claro día y el alma toda.

El viento suspira tímido

donde encontramos la felicidad.

 

 

Antes de la primavera

 

Fría y silenciosa noche antes de primavera

respira en mi rostro un sueño pasado.

Hacia él más y más se adentra el camino,

todo es como fue una vez.

 

Poder de medianoche de ocultos encantos

le da al alma un saber maravilloso.

Comprendo el respirar de todas las cosas,

sus alientos se vierten en ellas.

 

El árbol alza ahora sus delgadas ramas,

alcanza débil luz desde el peso de la sombra,

alcanza las nubes que van

 

como redes suaves y plateadas.

Las ha arrojado por el cielo alguien,

que sigue añorando y desde siempre une.

 

 

Lluvia de otoño

 

La lluvia de otoño, que sin cesar cae,

cuenta tristes relatos;

como un viejo viajero que en la calle

revelara el pesar de sus oscuros días.

Y como ya es costumbre desde antaño,

se aquerencia otra vez este dolor taimado

que no quiere asomar de mi conciencia

que un amargo placer me da en su aroma.

 

Este aroma me embriaga cual semilla de amapola,

me acuna y me invita al lecho,

que está a la espera de mis cansados miembros.

La lluvia del otoño cae de las nubes

y cada gota quiere guarecerse

y encuentra su camino hacia la negra tierra.–

 

 

Penumbra

 

En la penumbra. Las sombras como tímidos venados

llegaron desde el bosque que oscurece.

Del lado cálido el cielo se descubre

florece el sembradío de las estrellas,

y mi viaje no vuelve

y es sin luna.

 

En el borde del cielo, montañas negras, crueles,

y los días últimos, sangre espesa.

¿Dónde fueron a llorar aguas de plata?

El último recuerdo en olas llega

y mi viaje no vuelve

y es sin luna.

 

Los arbustos se enlazan con espinas,

todo teme y todo acecha.

El silencio responde a cada susurro del árbol,

ni el aliento del pájaro se arriesga,

y mi viaje no vuelve

y es sin luna.

 

El monte de mil brazos me amedrenta,

la mirada y el gesto me tensan el aliento.

No miro el círculo que se estrecha

siempre más como ojos vacíos,

y mi viaje no vuelve

y es sin luna.

 

 

¿Y no es extraño…?

 

Las noches son más serias y más frías,

aunque agosto acaba de empezar

y pienso que por fin y a fin de cuentas

soplará pronto el viento del otoño.

 

¿Y no es extraño? Flores y capullos

marchitan y se pierden en el polvo húmedo

y sin embargo –raro–, aún vive la vida,

en las entrañas de la tierra espera el recio brote.

 

Y la tierra sola, indescifrable,

se hunde bajo las olas de nieve,

pero aún sabe, en su deseo incansable,

que el mundo vuelve a entibiarse y a clarear.

 

Entonces será como el pez de Jonás,

arrojará al día su presa robada.

Su prole verde de lo bajo hacia la cima

peregrina sana, robusta por el sol.

 

Por eso no me importa si en agosto

por la noche el otoño ya nos mira.

¡Qué me importa mi época fría, larga, estéril!

¡Qué me importa el negro sepulcro fauce de pez!

Quien está vivo, vivo sale de todos los cambios.

 

 

 

Lili Novy (nacida Elizabeta pl. Haumeder), poeta y traductora de poesía eslovena y alemana , 24 de diciembre de 1885 , Graz , † 7 de marzo de 1958 , Ljubljana .


Poemas tomados de: op.cit.

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