martes, 3 de mayo de 2022

David Brunson / Poemas traducidos




Festival de la música y las artes, Santiago, Chile

                                                                                                            A  Ivana

 

Pateé cartuchos vacíos de gas lacrimógeno

por las calles rayadas

 

hasta tu casa, oí el siseo

en las notas que cantaste al aire cáustico.

 

La ciudad se lavó la sangre de la cara.

Después de tanto correr, seguías

 

bailando conmigo, girando más rápido que el miedo

sobre el pasto aplastado del parque con los arpegios

 

torcidos del violín, nuestras botas pisoteando entre el polvo

hasta que incluso las barricadas de la lejana

 

Caracas parecían extinguirse.

Sí, es verdad, es muy poco lo que podemos arreglar.

 

Todo sale

                                      desgarrado, pero todavía toco

este violín roto

                                    para ti.

 

 

 “Festival de la música y las artes, Santiago, Chile" fue publicado originalmente en la revista Booth en abril de 2021.

 

  

Tormenta

 

Las nubes se deshacen en inundación,

arrancan la selva de la orilla del río.

 

Una procesión fúnebre

de troncos flota

 

a través de lo oscuro del océano.

Estaciones de buses cerradas; mi boleto

 

para Chile anulado,

pegado en el espejo de la cabaña.     

 

En español, la palabra

tormenta viene del latín

 

tormentum, o instrumento

de dolor. Como hoy:

 

la incertidumbre de la distancia,

la certeza de la lluvia.

 

 

Una mujer en la fila de la embajada de Venezuela en Santiago le dice a mi amada que ha estado esperando por el pasaporte desde 2019

 

y el de Ivana venció hace meses

así que otra vez debo resignarme a verla

 

en mis sueños                 en este

estoy en la puerta del aeropuerto

 

donde la vi por última vez    los accesos

cierran en la incertidumbre   

 

filas de gente huyendo se mueven

como humo        busco alguna señal

 

de sus rizos                 agito una foto

cabezas niegan          todos perdidos

 

en el lenguaje del dolor      pero de repente

ella está ahí                  y desde la distancia

 

la atraigo hacia mí        por un momento

olvidamos    las filas de gente hambrienta

 

fuera de las oficinas austeras y vacías          

esperando los papeles            que nunca vendrán

 

 

Cuál país

 

Quería escribir tu nombre en el humo

de las llantas incendiadas,

de cartuchos de gas lacrimógeno disparados a los amigos,

de rocas arrojadas a los tanques lanzaaguas,

de los libros y de los campamentos de inmigrantes

ardiendo en las tierras bajas.

Siento tu río de concreto fluyendo dentro de mí,

vi tu petróleo brillando a través de las panzas

de las truchas, sobre cuerpos empujados

desde puentes, lanzados al asfalto

por el plomo o una rodilla. ¿Cuál país, aplastado

bajo el peso del cobre,

el algodón o el coltán? Paisaje acuchillado,

herida de la montaña:

¿a quién dirijo este poema?

 


Ceora

A Cristián Cuturrufo

 

Una noche de sábado nos aglomeramos en The Jazz Corner

—Néstor, Sara y yo— para escucharte tocar.

Tu complexión robusta abarcaba el escenario, despeinada

y sudorosa; la sombra de tu trompeta se proyectaba sobre

el suelo, verde a cuadros en la luz absenta.

El verano de Santiago crecía con el humo

de cigarrillo entre las ventanas selladas del club

mientras el bajo punteaba con el aullido del tráfico, la guitarra

eléctrica y el piano Rhodes tañían entre platos

de tapas y copas de vino de Marchigüe. El local

era demasiado caro para nosotros, pero igual estábamos ahí.

El saxofón se tiraba una línea de blues, un chillido en altissimo,

hasta que la batería lo llevaba todo al principio.

Entonces aplaudimos tu solo:

 

las líneas de trompeta nos capturaron, gritaron

¡aquí, aquí! hasta que la bulla nocturna del bar

tintineó hasta volverse silenciosa. Hiciste otra ronda, subiste dos

trompetas a los labios, saliva salpicando desde mejillas infladas

mientras las soplabas, un toquecito latino,

un toquecito neoyorquino, todo agrandado.

Maldición, cómo podías tocar. Y antes de que

tuviéramos chance de tomar aire, sacaste

un tema de Lee Morgan, una balada escrita algunos años antes de que

sangrara hasta morir, disparado sobre la nieve sucia de la ciudad.

Pero entonces te quebraste, dejaste tu trompeta,

vencido por el dolor de todo, justo unos meses antes

de que tus pulmones fallaran, y así

yo también dejo estos versos, estas lágrimas, para ti.

 

 

Estos poemas del poeta David Brunson fueron traducidos por la poeta venezolana Ivana Aponte

 

David M. Brunson (Virginia, Estados Unidos, 1994). Sus poemas y traducciones han sido publicados o están por publicarse en Manoa: A Pacific Journal of International Writing, ANMLY, DIAGRAM, Waxwing, Booth, The Bitter Oleander, Nashville Review, Asymptote, Copper Nickel, Washington Square Review, Los Poetas del 5 y más. Es editor de Una cicatriz donde se escriben despedidas. Antología de poesía venezolana en Chile (Libros del Amanecer, 2021) y es editor y traductor de la edición bilingüe de la misma antología, A Scar Where Goodbyes Are Written: The Poetry of Venezuelan Migrants in Chile, (LSU Press, 2023). Actualmente vive en Santiago, Chile.

 

 

Ivana Aponte (Caracas, 1990). Licenciada en Letras de la Universidad Católica Andrés Bello (en Caracas). Tesista para optar al título de Magíster en Literatura de la Universidad de Chile. Es profesora de Español como Lengua Extranjera. Es autora del poemario Afectos (LP5 editora, 2022). Sus poemas han sido publicados y leídos en diferentes plataformas y eventos de Venezuela, Chile, Estados Unidos (en español e inglés) y Puerto Rico. Ha sido publicada en la compilación Me Vibra II. Brevísima Antología Arbitraria Panamá-Venezuela (LP5 Editora, 2020), en Orquídeas voces. Muestra de poesía venezolana contemporánea (Fundación Pablo Neruda, 2021), en Hacedoras. Mil voces femeninas por la literatura venezolana (Editorial Lector Cómplice, 2021), y en Una cicatriz donde se escriben despedidas. Antología de poesía venezolana en Chile (Libros del Amanecer, 2021). Reside en Santiago de Chile desde el año 2017.

 


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