6
de agosto
El licor desaparece en los
apartamentos oscuros.
Piensas cada palabra poseído, sobreviviente, creyéndote salvar la danza, aquella gran
mentira que eres, aliento y vómito tras la risa del ahorcado. Piensas cada hoja hija lastimada
y se corre la nación hacia otro infierno. Arqueamos una palma de la mano en cada línea de
mi voz infectada milimétricamente infectada por esa pasión innoble que la cubre. Cubierto
pecho caída de mi voz vamos. Santo de lágrimas, risa y lumbre contra los patios perdidos.
Una pradera rota junto al árbol de gran sombra nos cobija enteros, porque tú. Tú frente al
golpe, el pensamiento ya no habita otro lugar, el brillo de las palas subiendo por tu cuerpo, la
tierra es
un cráter, una araña tejida en la mejilla de la muerte.
Ahorcado en blanco.
Callándolo todo, hundida de mis
labios.
La plenitud de las paredes desgarradas.
La plenitud es un síntoma.
Un síntoma en reposo cuando el dolor cansa.
Un animal muerto del canto.
Un ojo oscuro enroscado al pavimento.
Un ojo que parece el rastro de otra vida.
No hay súplica, este es el
dibujo de la piedra adherida al corazón.
Jesús
Montoya (Mérida, Venezuela, 1993)
Licenciado en Letras mención
Lengua y Literatura Hispanoamericana y Venezolana por la Universidad de Los
Andes. Obtuvo el premio en la mención de poesía por el libro Primer viaje
del XXIII Concurso de cuento, poesía y ensayo (DAES) de la Universidad de Los
Andes (2013).
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