sábado, 10 de julio de 2021

Carlos Egaña / hacer daño (13 poemas )

 



 

alguna vez soñé con incendiar el ávila:

destruir el tótem que arrastra nuestros lastres

hacerlo polvo y desamparar la selva roja.

quise eliminar cada árbol, cada jardín, cada chicharra

para que nos viésemos desnudos y nos apenásemos por nuestros ombligos.

alguna vez quise deslumbrar y criticar,

volver humo la máscara que asumimos en nuestra natura.

pero sería muy injusto.

¿quién quisiera enredarse entre edificios avejentados

y avenidas sin raciocinio?

o tal vez sería ingenuo:

canaima respira en nuestros fondos de pantalla.

 

¿qué quieres que haga?

como me dijo el expresidiario:

los héroes se hacen en campo de batalla.

tocará cavar huecos

encender mechas

buscar el sol hasta que lo incendie todo

antes de huir a una roca menos sucia.

 

tengo el mundo entre mis dedos.

es una esfera que parece de hielo.

cada vez que intento estrujarla

se resbala y con ella mi soltura.

¿acaso como narciso

me hundiré en la belleza de lo ajeno

en vez de ignorar las costras en mis labios?

 

suelo arrancar calcomanías de paredes

y chicle de los pupitres

suelo temblar tras fumarme un cigarro

tras pronunciar discursos en público

suelo despeinarme, dibujar inconsistencias, provocar terremotos en mis pies

suelo hacer pedazos los envoltorios que consigo sobre el escritorio.

pero al esconder mi mano en tu muslo, mi ojo en tu sombra,

soy piedra

diamante

obelisco.

yo soy mi hambre

yo soy mi ausencia

yo soy un vacío que anda,

un saco de huesos mareado.

ayer fui prosperidad y exceso:

la viscosidad oscura de mi sangre me empujó

hacia el abismo.

soy muerte, soy sombra, soy luz:

experiencias trastornadas y arrojadas

al asfalto.

yo soy mi hambre.

denme ritmo, solo ritmo, no la caguen con melodías sin fin.

denme un tambor para destruirlo con mis pies,

no estrangulen mis oídos con vocecillas de muñecas de plástico.

denme la magia que necesitan mis pasos,

perviértanlos

quítenles la dignidad.

quiero muñones que me obliguen a brincar,

nada de susurros, nada de susurros, ¡grítame al oído

si esperas que vuelva a pisarte

y desgastar tu suelo!

 

créeme que quisiera sentir como tú

la obsesión por unos dientes amarillentos

la fijación en una mente que piensa sin prudencia

la admiración de un loquillo que duerme poco y lamenta todo.

créeme que quisiera verme

como lo haces cuando deslizas tu dedo

–lento, viscoso, una oruga de colores–

en la pantalla de tu espíritu.

pero mi esqueleto irrespeta mis principios.

¡jamás te aceptará, tan cercana a mis valores!

 

sobre mi espalda jorobada

me empuja al suelo el peso de las memorias.

no puedo andar erguido cuando

el disparo a mi integridad, mis creencias, mis emociones, mi dicción

no sana.

no crean que me martirizo.

las labores que escojo son mi culpa.

pensar que mi cansancio es su obra es una excusa.

yo escojo mi responsabilidad

mi sentido

el camino de tantas espinas

con las que amo tropezar

y las que tanto juro dar fin.

me duele mi espalda

recibo comentarios sobre su forma con rabia

pero la prefiero encumbrada

que saberme una planicie sin adorno.

 

casi azul

es tu rostro

cuando las huellas de mis dedos

presionan tus pulmones, tu garganta, tu corazón

y el mar revierte la distancia.

 

doy mis gracias

a todos los cuerpos que me han permitido su uso

a todos los amigos que han regalado cigarros

a todos los momentos en que me pensé un dios

a todos los mensajes que me hicieron sentir al mando

a todos los llamados a la acción y a la idea

a todos, a todos, a todos,

sin que queden restos de mi cuerpo

para agradecer en tiempos futuros.

 

abro mi garganta en dos

para mostrarte las verdades que encierra la playa:

el sol que incinera la cicatriz del pulmón

la luna que fija la soledad como destino.

Carlos Egaña (Caracas, Venezuela)

Cursa la maestría en Escritura Creativa en Español de New York University. También ha sido profesor de lenguas en distintos niveles educativos. Es autor del poemario Los Palos Grandes (dcir ediciones, 2017), y escribe sobre arte, política y cultura pop en los medios venezolanos Prodavinci y El Estímulo.

 

 

 

 

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