ARMANDO CON SU BOLSA DE CEREZAS
¿Podremos decir que el mundo derrota a
la historia, finalmente,
si andamos por un barrio que es
nuestra alma?
Sí podemos,
porque entonces el barrio es el mundo.
¿Qué hay en el cielo y en el aire
cua
No será ahora como la anciana que come
ciruelas
y mira el cielo blanco, la nieve sobre
el árbol y sobre el suelo,
y el estruendo de los pájaros que se
sacuden
sobre el árbol desnudo;
pero, ¿no es igual el consuelo?
De todo árbol nace el epitalamio.
La oculta ciudad, el hueso
indestructible de nuestra columna,
el que guarda esa porción de médula
donde el alma se asienta,
es la flor del cerezo;
pero, ¿lejos del mundo?
Lejos de los hombres huecos, tal vez.
Lejos sin duda del poder;
pero, ¿lejos del mundo?
¿Cómo podríamos, si estamos frente al
mar?
Y si el mar fue lugar por excelencia
del Encuentro,
si allí estuvo, como nunca, el Amado,
¿por qué nos dicen que un día ya no
existirá?
¿Qué dices tú?
Prados habrá, sin duda,
y muy singulares fuentes de agua.
La uva es guardián del alma
y la ciruela, quizás, como la amada;
pero el Agua es la ciencia absoluta.
¿No habrá un racimo de cerezas frente
al cántaro de agua?
Más allá o más acá de nuestra ciencia
estamos siempre flotando.
Nos cernimos hacia arriba y hacia
abajo, siempre,
abatidos por grandes mazos.
No hay que maravillarse de lo sucedido
en una ocasión remota, nos dicen,
sino de que esto a diario suceda:
el mejor vino lo guardan
para el final de la boda.
…
ICOR
Mira el color de tu sangre
y mira el color de la de ellos.
¿Ahora entiendes
por qué los ángeles se arrodillaron ante Adán?
…
LA PALABRA Y EL
DESEO
Los ojos abiertos en la piedra.
¿Quién está preparado para el milagro,
que irrumpe
cuando así lo quiere?
…
TÁNGARA
Un templo rojo y negro,
resplandeciente,
¿es una niña que en las temibles
calles de la madrugada
se me aparece y me dice:
yo te amo, te protejo?
El Pico de Plata que en la mañana de
los pinos llenos de agua
viene a silbar conmigo y de pronto se
para al lado del azulejo,
¿me dice que, por fin, puedo hablar
con la niña?
Bien conoce el recinto celeste la
tángara rojinegra.
Es Dionysos nuestra garganta, y no
sólo por el beber.
Sangre de toro, terciopelo que asoma,
¿vuelas al norte, y pareces quedarte?
¿A dónde viaja, para ser rey,
aquél cuya caza se oculta a las miradas familiares?
…
A LA SOMBRA DE
LOS MAESTROS VERDADEROS
(Tercer asedio a Khayam, y otras
cosas)
Algunos han enterrado a sus muertos en
cántaros de arcilla
como si los hombres fuésemos
manuscritos.
¿Lo somos? ¿Lo seremos?
¿No es mejor usar el aceite de cedro
para encender o perfumar la hoguera
donde arderemos,
para que el humo nacido de nuestra
hoguera perfume cielo y tierra?
¿No es mejor, antes que ser enterrado
en un cántaro,
ser el cántaro mismo?
¿Debe el mago mermar a favor del
ermitaño, el hombre amoroso?
Esto no es un sacrificio, porque el
mago conoce el vino.
¿No fueron hechos los cántaros para el
vino,
más que para los manuscritos?
Nada existe, en el Cielo y en la
Tierra, sin un libro;
pero, ¿qué cosa es mayor?
Si apenas la copa es el rostro de
Aquel, que nadie verá,
¿habrá gestos, que ya no palabras, para el licor?
…
SUSPIROS
Cerré los ojos tendido en el lecho.
Era de día y miraba la ventana: esto
suelo hacerlo.
Al cerrar mis ojos,
se hizo dentro de ellos el índigo
imposible, la esmeralda incomparable.
¿Hay algún templo clausurado, ventana
o vidriera como mis ojos cerrados,
como los colores que dentro de ellos
se forman?
Por causa del amor, entonces dije:
Amor sin límites, ¡cómo me has
maltratado!
Y el índigo y su costado, la
esmeralda,
continuaban allí, sin mudanza,
tan quietos, tan en silencio como mi
respiración,
como el plexo del sol olvidado.
Algo tan inaudito que al tocarnos
(y siempre nos toca por vez primera)
ni siquiera sabemos llamarlo dulzura.
¿Son aguas que se mueven otra vez,
es el viento disolviendo los hielos
o es el lago que se aquieta al pie del
monte?
La boca es un corazón, un párvulo sol:
se alimenta y exclama.
¿Quién hace preguntas
cuando celebran sus bodas el Cielo y la Tierra?
…
POMAGÁS
¿Esta púrpura no es la de San
Bernardo,
el que al fin tomó el lugar de
Beatriz?
¿Saben ya
para qué se preparan nuestros ojos?
…
LA FIESTA INNOMBRABLE
I
Abrir castillos
Por dondequiera,
en hojas, tu albedrío
hasta en el mar
creciendo tu corona
y en cada hoja la
estación de gloria
abre un castillo
al ciervo del estío.
Y el más celeste
junio vuelve y perdona
llamas al viento,
nieve a la memoria
José Lezama Lima
Abrir castillos al ciervo del estío
es hermosa obsesión.
El estallido de un bucare, el de un
araguaney:
sol sobre los muslos de la diosa
pero también frontera, coyunda entre
uno y otro Paraíso;
el amor es uno solo.
Abrazar con las cejas es cándido, y
fatiga.
¿Cuántos alcanzan, sin abandonar su
cuerpo
la visión que sólo tras dejar el
cuerpo es cosa común?
¿Sólo la mujer tiene una casa inmensa en los oídos?
Aguas del sol, araguaney:
¿una voz de torrente y duraznos
es don del alma contemplativa?
No conozco las flores de durazno,
pero me han dicho que con el agua huyen, que
corren siempre,
y es casi
imposible hallar la gruta al pie del torrente.
La voz podemos hacerla nuestra, nuestra voz:
lo único, nos dicen, que permanece intacto
después de la muerte.
¿Quién ha de morir, falena azul?
Tú eres el invisible regato,
el rostro anochecido,
pero este cielo es el único azul incandescente.
Cielo y araguaney, sol sobre los muslos de la
diosa,
¿qué piélagos respiro?
Pero el púrpura azurado, ¿asciende o desciende?
¿Dónde está nuestro rostro?
Uva, estrella nocturna, guardián del alma:
son plaza fuerte las constelaciones, luz de la
otra mitad tras la invisible corriente.
A veces, entre felices y abatidos,
pensamos que todo es un castillo,
porque ante la súbita visión de cualquier cosa
se realiza lo
indescriptible.
Pero tal vez no es así,
tal vez hay una grieta en el arca,
y merced a ello, rodeando los tesoros de la
visión,
recibimos palabras.
¡Quién soñara con vino!
El agua es mayor que el vino, ciertamente,
pero su
ciencia verdadera no la podemos conocer,
si no hemos conocido la del vino.
Tan sólo aquí el azul es
incandescente.
Este sol y sus aguas, los montes, el
azul anegado,
¿nos elevan al fin? ¿Nos anclan aquí
como nunca? ¿Qué es esto?
Amores de cóndor, ¿qué son?
¿Somos o seremos caparazones de
chicharra
porque las aguas del sol fatigamos
abriendo murallas del Misterio?
Vino, aliento y tiempo, ¿una sola
palabra? Difícil es saber.
Primero se conoce el vino.
Misterio y Vino tienen la misma cifra.
II
Otra vez
¿Qué vino ofrendan las buganvilias?
Y el lirio invisible y amarillo en su
entraña, ¿cuántos rostros evoca?
¿Por eso las llamamos trinitarias?
El calor del sol se hace vino, con el
jugo de la vid,
no sólo en la Edad de Oro.
Para el mundo creado,
la Edad de Oro no es un recuerdo.
Singular cosa es nuestra alma.
Habitar susurros como velámenes es el
cuerpo glorioso, Joseíto:
¿cuál es su edad?
Meter las manos en el costado
en mitad de la luz que arrulla,
incluso nace de las piedras,
ojos abiertos, peces o agua luminosa,
parece cosa de otro lugar, un desierto
más y menos áspero.
Colinas peladas, trinitarias y su luz
eucarística,
tierra rosada incluso, e hilos de
agua,
nos aparejan a las frías provincias:
una Anunciación frágil, femenil,
y el León, fuera de la cueva, a los
pies del mensajero.
Tú lo supiste, porque adivinabas en el
rosa de los terrones
el consuelo del cuerpo triste,
mientras decías:
Códice el aire en su miniado pliego
…
URAPE PURPÚREO
Tan sólo aquí el azul es
incandescente.
De tanto que se respira, se presiente
el mar,
creemos que el urape es almendrón o
uva de playa, y así lo soñamos.
Pero su flor, su orquídea, que llaman
aquí la orquídea del pobre,
es, a un tiempo, el estigma terreno,
impronunciable cristal del estío,
y la fresca, sutil Anunciación del véspero.
…
RUBAI
¿Quién, como el Cielo, deja su azul
franja
sobre unas flores de color naranja;
color del crimen, del Iluminado,
de las flores que crecen en la zanja?
…
CUARTO ASEDIO
¿no aprecias el
olor
de lengua
derramada
como si la palabra
fuese cáscara
de una pulpa
cotidiana?
Franklin Hurtado, Sal
La palabra es siempre cáscara de algo,
pero hay entrañas abrasadas
que sólo toleran el vino.
Y morimos por ello.
Luis Gerardo Mármol (Caracas, Venezuela)
Poeta venezolano. PhD en Matemáticas por la Universidad
Central de Venezuela (UCV). Es profesor de pregrado y postgrado en el
Departamento de Matemáticas Puras y Aplicadas de la Universidad Simón Bolívar
(USB), del cual ha sido Jefe, y así mismo fue miembro del Consejo Editorial de
Equinoccio, casa editora de esta universidad. Dentro del área de las
matemáticas, su obra, de reconocimiento internacional, aparece en publicaciones
científicas especializadas en Italia, Suiza, Eslovaquia, Turquía, Egipto y
Colombia. Ha sido árbitro de diversas revistas dentro de su especialidad,
Además de esto, colabora para Mathematical Reviews
y MathScinet,
división de la American
Mathematical Society.
No hay comentarios:
Publicar un comentario