martes, 20 de julio de 2021

Néstor Rojas / (5 poemas)

 





Lo que no pudo ser

 

Lo que no pudo ser comienza con las aguas:

no es el fuego en la cola del relámpago lo que quema los sueños.

No es lo frío en la cavidad de la boca, hija del deseo, lo que congela la sangre.

Lo que no huye es más duro que la piedra, ya sin ánimo ni éxtasis.

Lo que yace sin alma en el suelo está como rendido o cansado.

Lo que vivió ya muerto se hace tierra.

El camino fue largo

y larga será la caída desde los altos cielos.

¿Quién triunfa en la casa del tiempo,

tan voraz que no cesa de estar en todas partes?

 

En la línea del sol

 

Como un pequeño dragón fabuloso por la lengua,

 el sol abrasa todo lo que veo.

Dentro de mis ojos el fuego se agita y sacude su ramaje escarlata.

Sé que la vida no se detiene en los arrecifes de la oscuridad.

Lo que vive devora lo que morirá.

Por un hilo de agua comienza la abundancia

y  nada termina:

todo es un incierto viaje hacia arriba y hacia abajo.

Uno va y viene llevado por la corriente,

arrebatado,

sin dioses,

en la cordillera de la soledad.


Avaricia


No es vela de junco lo que se quiebra allá fuera,

ni árboles azotados por el viento aunque crujen sus hojas.

No es alma bermeja la que grita en la calle,

aunque muchas a esta hora oscura se escapan a los cielos.

Eso que apesta en las manos del mundo es la avaricia mordaz,

el tatuaje en la piel añublada que se tuerce,

a veces como tótem o áureo carnero presidiendo la fiesta,

donde todos se dan a la lujuria de amarse porque nada es más breve que la vida,

que apenas si deja beneficios.

Será por eso que siempre nos entregamos a la inútil vanidad de tener

y nos lleva ese afán desordenado de poseer cosas

y acumular riquezas para atesorarlas.

Quien guarda lo que no gozará, pierde el esfuerzo vanamente.

La vida cruje adornada con borlas para que se vuelen las ganas de vivir.

Llegará un día que nuestros recuerdos serán nuestra única riqueza.

 ...


Todo es aire


Todo es polvo en la boca de Dios.

Sobre la tierra lo misterioso nunca se detiene:

Echa raíces, florece

y se alarga

buscando siempre la luz.

En invierno la tierra bebe el agua de los cielos.

Las semillas se abren.

Suben las espigas

entre piedras y retamas

hacia el sol

y vuelven otra vez

a echar vástagos las plantas que perdieron sus hojas.        


El incontenible universo


Entre lo que vemos adelante y lo que se halla detrás,

de este lado o del otro está lo verdadero,

lo que todo lo abarca:

eso invisible que teje el  universo,

péndulo entre el hombre y su sombra,

soplo resuelto en la unidad que no es otra cosa que la diversidad,

expresándose de manera rotunda o en forma simbólica,

numeroso y uno, sostenido en sí mismo,

dueño de la cábala donde el azar es ley,

el eterno presente vibrando en el instante o el tiempo circular,

la espiral o serpiente mordiéndose la cola,

ese espacio que extrapola el laberinto,

ese ser que anula y acuña al individuo acosado por la muerte,

supremo conductor de nuestras vidas y más atrás de todo lo anterior:

el punto clave, el centro que de nada cuelga,

el origen del mundo,

múltiple,

espacio y tiempo a la vez,

agujero de la oscuridad,

simultáneo,

manifestándose en uno y ya en el otro        

 


 Néstor Rojas (El Tigre, Venezuela)  

Licenciado en Literatura. Periodista. Poeta. Artista plástico. Autor de varios libros de poesía y narrativa: Transfiguraciones (1988), Sepia, (1992); Diario de El Fulmar (1993); Ocre (1994); Los trabajos del tiempo (1996); Hexagramas del vértigo (2003), Archivo apócrifo por correo electrónico (2004), En Trance de mudanza (2008), Antología de la Poesía comentada del Orinoco (2009), entre otros.

 

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