AZUL DE TIERRA EN TI
Parece
mar, el cielo
donde
me he recostado a soñarte…
Si
vieras mi mirada,
como
un ave, cazando horizontes y estrellas.
El
universo es mío desde que tú te hiciste
techo
de mariposas para mi corazón.
Es
tan azul el aire cuando mueves tus alas,
que
el vuelo nace eterno en repetida ola sin cansancio.
No
sé si en ola o nube abrirme la ternura
para
rodarme al sueño donde duermes.
Es
tan callado el viento,
que
he podido lograrte entre los ecos.
Soy
toda claridad para estrecharte…
Te
he visto con los ojos vivos
como
los ojos abiertos de los bosques,
figurándome
en risas y quebradas nadando hasta el océano.
Te
he recogido en huellas de canciones marinas
donde
una vez dejaste corazones de agua enamorados.
Te
he sacado del tiempo…
¡Cómo
te he levantado en un lirio de luz
que
floreció mi mano al recordarte !
¿Por
qué me corre el mar ?
Tú
eres vivo universo contestándome…
…
CANCIÓN DESNUDA
Despierta
de caricias,
aún
siento por mi cuerpo corriéndome tu abrazo.
Estremecido
y tenue sigo andando en tu imagen.
¡Fue
tan hondo de instintos mi sencillo reclamo...
!De
mí se huyeron horas de voluntad robusta,
y
humilde de razones, mi sensación dejaron.
Yo
no supe de edades ni reflexiones yertas.
¡Yo
fui la Vida, amado !
La
vida que pasaba por el canto del ave
y
la arteria del árbol.
Otras
notas más suaves pude haber descorrido,
pero
mi anhelo fértil no conocía de atajos:
me
agarré a la hora loca,
y
mis hojas silvestres sobre ti se doblaron.
Me
solté a la pureza de un amor sin ropajes
que
cargaba mi vida de lo irreal a lo humano,
y
hube de verme toda en un grito de lágrimas,
¡en
recuerdo de pájaros!
Yo
no supe guardarme de invencibles corrientes
¡Yo
fui la Vida, amado !
La
vida que en ti mismo descarriaba su rumbo
para
darse a mis brazos.
…
DADME MI NÚMERO
¿Qué
es lo que esperan? ¿No me llaman?
¿Me
han olvidado entre las yerbas,
mis
camaradas más sencillos,
todos
los muertos de la tierra?
¿Por
qué no suenan sus campanas?
Ya
para el salto estoy dispuesta.
¿Acaso
quieren más cadáveres
de
sueños muertos de inocencia?
¿Acaso
quieren más escombros
de
más goteadas primaveras,
más
ojos secos en las nubes,
más
rostro herido en las tormentas?
¿Quieren
el féretro del viento
agazapado
entre mis greñas?
¿Quieren
el ansia del arroyo,
muerta
en mi muerte de poeta?
¿Quieren
el sol desmantelado,
ya
consumido en mis arterias?
¿Quieren
la sombra de mi sombra,
donde
no quede ni una estrella?
Casi
no puedo con el mundo
que
azota entero mi conciencia…
¡Dádme
mi número! No quiero
que
hasta el amor se me desprenda…
(Unido
sueño que me sigue
como
a mis pasos va la huella.)
¡Dádme
mi número, porque si no,
me
moriré después de muerta!
…
NADA
Como
la vida es nada en tu filosofía,
brindemos
por el cierto no ser de nuestros cuerpos.
Brindemos
por la nada de tus sensuales labios
que
son ceros sensuales en tus azules besos;
como
todo azul, quimérica mentira
de
los blandos océanos y de los blancos cielos.
Brindemos
por la nada del material reclamo
que
se hunde y se levanta en tu carnal deseo;
como
todo lo carne, relámpago, chispazo,
en
la verdad mentira sin fin del Universo.
Brindemos
por la nada, bien nada de tu alma,
que
corre su mentira en un potro sin freno;
como
todo lo nada, buen nada, ni siquiera
se
asoma de repente en un breve destello.
Brindemos
por nosotros, por ellos, por ninguno;
por
esta siempre nada de nuestros nunca cuerpos;
por
todos, por los menos; por tantos y tan nada;
por
esas sombras huecas de vivos que son muertos.
Si
del no ser venimos y hacia el no ser marchamos,
nada
entre nada y nada, cero entre cero y cero,
y
si entre nada y nada no puede existir nada,
brindemos
por el bello no ser de nuestros cuerpos.
…
AMANECIDA
Soy
una amanecida del amor…
Raro
que no me sigan centenares de pájaros
picoteando
canciones sobre mi sombrilla blanca.
(Será
que van cercando, en vigilia de nubes,
la
claridad inmensa donde avanza mi alma).
Raro
que no me carguen pálidas margaritas
por
la ruta amorosa que han tomado mis alas.
(Será
que están llorando a su hermana más triste,
que
en silencio se ha ido a la hora del alba).
Raro
que no me vista de novia la más leve
de
aquellas brisas suaves que durmieron mi infancia.
(Será
que entre los árboles va enseñando a mi amado
los
surcos inocentes por donde anduve, casta…)
Raro
que no me tire su emoción el rocío,
en
gotas donde asome risueña la mañana.
(Será
que por el surco de angustia del pasado,
con
agua generosa mis decepciones baña).
Soy
una amanecida del amor…
En
mí cuelgan canciones y racimos de pétalos,
y
muchos sueños blancos, y emociones aladas.
Raro
que no me entienda el hombre, conturbado
por
la mano sencilla que recogió mi alma.
(Será
que en él la noche se deshoja más lenta,
o
tal vez no comprenda la emoción depurada…)
…
ALBA DE MI SILENCIO
En
ti me he silenciado...
El
corazón del mundo
está
en tus ojos, que se vuelan
mirándome.
No
quiero levantarme de tu frente fecunda
en
donde acuesto el sueño de seguirme en tu alma.
Casi
me siento niña de amor que llega hasta los pájaros.
Me
voy muriendo en mis años de angustia
para
quedar en ti
como
corola recién en brote al sol...
No
hay una sola brisa que no sepa mi sombra
ni
camino que no alargue mi canción hasta el cielo.
¡Canción
silenciada de plenitud!
En
ti me he silenciado...
La
hora más sencilla para amarte es ésta
en
que voy por la vida dolida del alba.
…
CANCIÓN AMARGA
Nada
turba mi ser, pero estoy triste.
Algo
lento de sombra me golpea,
aunque
casi detrás de esta agonía,
he
tenido en mi mano las estrellas.
Debe
ser la caricia de lo inútil,
la
tristeza sin fin de ser poeta,
de
cantar y cantar, sin que se rompa
la
tragedia sin par de la existencia.
Ser
y no querer ser… esa es la divisa,
la
batalla que agota toda espera,
encontrarse,
ya el alma moribunda,
que
en el mísero cuerpo aún quedan fuerzas.
¡Perdóname,
oh amor, si no te nombro!
Fuera
de tu canción soy ala seca.
La
muerte y yo dormimos juntamente…
Cantarte
a ti, tan sólo, me despierta.
…
AMOR
Amor…
única
llama que me queda de Dios
en
el sendero cierto de lo incierto.
Aquí,
desesperada,
me
contemplo la vida en un hueco del tiempo.
Entrecortando
pasa el sendero de luz
que
esperancé de sueño.
¡Oh
mañanas azules que se quedaron muertas,
volando
en el espacio!
¡Oh
anudada caricia que amaneces dispersa,
cuando
despierta el cuerpo!
¡Oh
querer desterrarme de mis pasos turbados…!
¡Multiplican
en ecos!
Aquí,
junto al continuo gravitar de la nada,
¡cómo
asaltan mi espíritu los silencios más yermos!
Mi
esperanza es un viaje flotando entre sí misma…
Es
una sombra vaga sin ancla y sin regreso.
Mis
espigas no quieren germinar al futuro.
¡Oh
el peso del ambiente!
¡Oh
el peso del destierro!
¡Amor…!
Hasta
la leve ronda de tu voz perturbada,
me
partió la ola blanca que quedaba en mi pecho.
…
YO FUI LA MÁS CALLADA
Yo
fui la más callada
de
todas las que hicieron el viaje hasta tu puerto.
No
me anunciaron lúbricas ceremonias sociales,
ni
las sordas campanas de ancestrales reflejos;
mi
ruta era la música salvaje de los pájaros
que
soltaba a los aires mi bondad en revuelo…
No
me cargaron buques pesados de opulencia,
ni
alfombras orientales apoyaron mi cuerpo;
encima
de los buques mi rostro aparecía
silbando
en la redonda sencillez de los vientos.
No
pesé la armonía de ambiciones triviales
que
prometía tu mano colmada de destellos:
sólo
pesé en el suelo de mi espíritu ágil
el
trágico abandono que ocultaba tu gesto.
Tu
dualidad perenne la marcó mi sed ávida.
Te
parecías al mar, resonante y discreto.
Sobre
ti fui pasando mis horarios perdidos.
Sobre
mí te seguiste como el sol en los pétalos.
Y
caminé en la brisa de tu dolor caído
con
la tristeza ingenua de saberme en lo cierto:
tu
vida era un profundo batir de inquietas fuentes
en
inmenso río blando corriendo hacia el desierto.
Un
día, por las playas amarillas de histeria,
muchas
caras ocultas de ambición te siguieron;
por
tu oleaje de lágrimas arrancadas al cosmos
se
colaron las voces sin cruzar tu misterio…
Yo
fui la más callada.
La
voz casi sin eco.
La
conciencia tendida en sílaba de angustia,
desparramada
y tierna, por todos los silencios.
Yo
fui la más callada.
La
que saltó la tierra sin más arma que un verso.
¡Y
aquí me veis, estrellas,
desparramada
y tierna, con su amor en mi pecho!
…
EL MAR Y TÚ
La
carrera del mar sobre mi puerta
es
sensación azul entre mis dedos,
y
tu salto impetuoso por mi espíritu
es
no menos azul, me nace eterno.
Todo
el color de aurora despertada
el
mar y tú lo nadan a mi encuentro,
y
en locura de amarme hasta el naufragio
van
rompiendo los puertos y los remos.
¡Si
tuviera yo un barco de gaviotas,
para
sólo un instante detenerlos,
y
gritarle mi voz a que se batan
en
un sencillo duelo de misterio!
Que
uno en el otro encuentren su voz propia,
que
entrelacen sus sueños en el viento,
que
se ciñan estrellas en los ojos
para
que den, unidos, sus destellos.
Que
sea un duelo de música en el aire
las
magnolias abiertas de sus besos,
que
las olas se vistan de pasiones
y
la pasión se vista de veleros.
Todo
el color de aurora despertada
el
mar y tú lo estiren en un sueño
que
se lleve mi barco de gaviotas
y
me deje en el agua de dos cielos.
…
AGUA, VIDA Y TIERRA
Yo
fui estallido fuerte de la selva y el río,
y
voz entre dos ecos, me levanté en las cuestas.
De
un lado me estiraban las manos de las aguas,
y
del otro, prendíanme sus raíces las sierras.
Cuando
mi río subía su caricia silvestre
en
aventuras locas con el rocío y la niebla,
con
el mismo amor loco que impulsaba mi sueño,
lejos
de sorprenderlo, me hospedaba en las sierras.
Pero
si alguna sombra le bajaba a los ojos,
me
repetía en sus aguas hasta dar en la arena,
y
era mi grito nuevo como un tajo en el monte
que
anegaba las calles y golpeaba las puertas.
A
veces la montaña se me vestía de flores
e
iniciaba en mi talle curvas de primavera.
Quién
sabe en qué mañana se apretaron mis años
sobre
senos y muslos y caderas de piedra!
Se
treparon mis ojos al rostro de los árboles
y
fueron mariposas sus vivas compañeras:
así
es como en los prados voy buscando las flores,
y
alas pido en las almas que a mi vida se acercan.
Mis
dedos arañaron la fuerza de los riscos,
y
juraron ser índices de mis futuras vueltas;
por
eso entre los cuerpos doblados de los hombres,
como
puntales puros de orientación se elevan.
Yo
fui estallido fuerte de la sierra y el río,
y
crecí amando el río e imitando la sierra…
Una
mañana el aire me sorprendió en el llano:
ya
mi raíz salvaje se soltaba las riendas!
Pálidas
ceremonias saludaron mi vida,
y
una fila de voces reclamaron la prenda…
Mis
labios continuaron el rumor de las fuentes
donde
entrañé mis años y abastecí las venas.
De
ahí mi voz de ahora, blanca sobre el lenguaje,
se
tiende por el mundo como la dio la tierra!
Julia Constancia Burgos García
(Carolina, Puerto Rico) conocida como Julia de Burgos, es considerada por
muchos críticos
como la más
excelsa poetisa puertorriqueña.
Fue también
partidaria de la independencia de la isla.
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