ENTRA
DÓCILMENTE
Te han
crecido alas de dolor
y te
agitas en la cama como una gaviota herida
pidiendo
agua, pidiendo té, uvas
cuyas
pieles no puedes mascar.
¿Recuerdas
cuando me enseñaste
a nadar?
Suelta, dijiste,
el lago
te sostendrá.
Ansío
decir, suelta Padre
que la
muerte te sostendrá.
Afuera,
el otoño prosigue sin nosotros.
Con qué
facilidad ceden las hojas,
las oigo
en el último soplo de aire,
dejando
atrás este lugar que desaparece.
VOCES
Juana oyó
voces.
y por
ello ardió.
Mientras
conduzco en la oscuridad
escribo
poemas.
Anoche
pensando
en cómo
espaciar los versos
me pasé
una señal de stop.
Cuando me
justifiqué
el
policía asintió,
y me puso
una
multa.
Un
entendido me dijo
que los
escritores tienen un plazo de quince años:
luego
llega la repetición,
incluso
la locura.
Como
Midas, supongo que
todo lo
que tocamos se convierte
en un
poema-
cuando el
hechizo existe.
Pero
piensa en el poeta después de ese plazo
tocando
los árboles que
siempre
ha tocado,
pero esta
vez no ocurre nada.
Imagínatelo
yendo de un tronco
a otro,
magullándose
las manos
con la áspera corteza.
Solo
quedan cinco años.
A veces
entierro
mis
poemas en el jardín,
reservándolos
para los
fríos días venideros.
De todos
modos
te quemas
por ello.
UNA
PEQUEÑA HISTORIA DEL PENSAMIENTO
JUDIO EN
EL SIGLO VEINTE
Los
rabinos escribieron:
aunque
está prohibido
tocar a
un moribundo,
sin
embargo, si su casa
se
incendia
debe ser
sacado
de ella.
¡Bárbaro!
digo,
¿a quién
podría tocar yo entonces,
no
estamos todos
moribundos?
Sonríes
con tu
vieja sonrisa de conciliador
y
preguntas:
pero ¿no
están nuestras casas
quemándose?
SUEÑOS
Los
sueños son el único
más allá
que conocemos;
el lugar
donde los niños
que éramos
se mecen
en los brazos de los niños
en que
nos hemos convertido.
Son
tantos como hojas
en sus
migraciones,
como
pájaros de cuya muerte nos enteramos
por la
única pluma
que dejan
atrás: un indicio,
una
partícula de sueño
captada
por la vista.
Son tan
irrecuperables como la arena.
HAY
POEMAS
Hay
poemas
que nunca
se escriben,
que solo
se agitan de un lado a otro
de la
mente
como
escritura aérea
en un día
tranquilo:
lentamente
la primera palabra
se deja
llevar hacia el oeste,
las
últimas letras se disuelven
en la
lengua,
y lo que
se deja
es el
azul puro
de la
intuición, sin nubes
ni
consuelo.
EN MITAD
DE UNA VIDA
Esta
noche entiendo
por
primera vez
cómo una
mujer puede elegir
su propia
muerte
tan
fácilmente
como si
esta fuese una ciruela negra
que
escogió
de una
cesta
de
brillantes melocotones.
No sería
la desesperación
lo que le
moviera a hacerlo
o el
hambre,
sino una
especie de calma.
Las
tardes están llenas
de
finales: las pálidas flores
del
trébol pliegan
sus
frágiles alas, toda
promesa
ha sido hecha.
Existe
siempre
ese
momento en que el sol
hace
equilibrio
en el
borde
del mundo
cae
y se
pierde en el mar,
y el
cielo se ve inmenso
y
maravilloso sin él.
ESTOY
APRENDIENDO A ABANDONAR
EL MUNDO
Estoy
aprendiendo a abandonar el mundo
antes de
que él pueda abandonarme a mí.
Ya he
renunciado a la luna
y a la
nieve, cerrando mis persianas
a los
reclamos de lo blanco.
Y el
mundo se ha llevado
a mi
padre, mis amigos.
He
renunciado a las líneas melódicas de las colinas,
trasladándome
a un paisaje plano, mudo.
Y cada
noche renuncio a mi cuerpo
miembro a
miembro en sentido ascendente
a través
de mis huesos hacia el corazón.
Pero
llega la mañana, con breves
aplazamientos
en la forma de café y el canto de los pájaros.
Al otro
lado de la ventana un árbol
que hasta
hace unos instantes no era más que una sombra
recupera
sus ramas hoja a hoja.
Y
mientras yo recupero mi cuerpo
el sol
apoya su cálido hocico en mi regazo
como para
enmendar el daño ocasionado.
A UNA
HIJA QUE SE VA DE CASA
Cuando a
los ocho años
te
enseñaba a andar
en
bicicleta, arrastrando los pies
a tu lado
y te
alejaste tambaleándote
sobre las
dos ruedas, tan redondas
como mi
boca abierta por la
sorpresa
cuando tomaste
la curva
del sendero del parque,
esperando
el ruido
qué
harías al chocar
corrí
para alcanzarte
mientras
tú te volvías
cada vez
más pequeña, más frágil
en la
distancia,
pedaleando,
pedaleando
por tu
vida, gritando
y riendo
el pelo
aleteando
detrás de
ti
como un
pañuelo que dice
adiós.
LA FORMA
EN QUE LAS HOJAS
SIGUEN
CAYENDO
Es
noviembre
y
temprano -hora de ir al trabajo.
Siento el
pequeño látigo
de mi
conciencia chasquear
mientras
miro por mi ventana
la gran
cosecha de hojas.
Al otro
lado de la calle mi vecino,
con su
soplador de hojas rugiendo,
intenta
poner orden
desde el
caos de la pérdida de color.
Parece
valiente y algo necio.
Es casi
una marea, la forma
en que
las hojas siguen cayendo
ola tras
ola a la tierra.
En el
Edén no había
estaciones,
y a veces
creo que
fue la pulcritud
de ese
jardín
que Eva
detestaba, las etiquetas de madera
con los
nuevos nombres de plantas y árboles.
Sin
embargo, también soy hija de Adán
y me
gusta el orden, aunque
los
márgenes de mis poemas
sean
desiguales, y aquí estoy
toda la
mañana mirando las hojas.
LOS
COSACOS
Para los
judíos, los cosacos siempre están viniendo.
Por
consiguiente, pienso que la mancha que tengo en el brazo
es un
melanoma. Por eso celebro
el Año
Nuevo calculando
mi muerte
anual.
Mi madre,
cuando se estaba muriendo,
hablaba
con quienes la visitan de libros
y viajes,
mostrándose serena
como una
forma de educación, aunque
yo podía
distinguir la diferencia.
Pero
cuando te veía planear
una vida
que sabías
que nunca
tendrías, no podía explicarme
tu
sonrisa sincera ante
la
catástrofe. ¿Estaba la negación
relacionada
con la aceptación? O se trataba
de
generaciones de ser ingleses
al modo
de la Lucy de Brontë en Villette
viviendo
como si ningún fuego rugiera
bajo su
vestido pardo.
Yo quería
vivir de la manera en que tú lo hiciste
preparándome
para la hambruna del próximo año con vino
y música
y un banquete de diez platos.
Pero
escucha: eso es ruido de cascos
en el
helado aire del otoño.
CONVERSACIÓN
IMAGINARIA
Me dices
que viva cada día
como si
fuese el último. Es en la cocina
donde
antes del café lamento
el día
que me espera: esa carrera de obstáculos
de
minutos y horas
tiendas
de alimentos y médicos.
Pero ¿por
qué el último?, pregunto. ¿Por qué no
vivir
cada día como si fuese el primero,
todo él
sorpresas intensas. Eva restregándose
los ojos
al despertar esa primera mañana,
el sol
asomando
como un
ingenuo por el este?
Mueles el
café
con el
pequeño estruendo de una mente
que
intenta aclararse. Pongo
la mesa,
echo un vistazo tras la ventana
donde el
rocío ha bautizado
toda
superficie viviente.
Linda
Pastan (Nueva York, 27 de mayo de 1932) es una poeta estadounidense de origen
judío. De 1991 a 1995 fue Poeta Laureada de Maryland. Es
conocida por sus poemas cortos que tratan temas como la vida familiar y doméstica, la maternidad, la experiencia femenina,
el envejecimiento, la muerte, la pérdida y el miedo a la pérdida, así como la
fragilidad de la vida y las relaciones. Sus poemarios más recientes incluyen
Insomnia, Travelling Light y A Dog Runs Through It.
Ha publicado 15 libros de poesía y
varios ensayos. Entre los galardones que ha recibido están el Dylan Thomas
Award, un Pushcart Prize, el premio Alice Fay di Castagnola (Poetry Society of
America), el premio Bess Hokin (Poetry Magazine), el Maurice English Poetry
Award de 1986 (por Una fracción de oscuridad), la Mención Charity Randall del
Foro Internacional de Poesía y el Premio de Poesía Ruth Lilly 2003. Además del
Radcliffe College Distinguished Alumnae Award.
Dos de sus poemarios fueron
nominadas para el National Book Award y otro para Los Angeles Times Book Prize.
Poemas tomados de https://www.airesdelibertad.com
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