NO TIRES LAS CARTAS DE AMOR
Ellas no te abandonarán.
El tiempo pasará, se borrará el deseo
-esta flecha de sombra-
y los sensuales rostros, bellos e inteligentes,
se ocultarán en ti, al fondo de un espejo.
Caerán los años. Te cansarán los libros.
Descenderás aún más
e, incluso, perderás la poesía.
El ruido de ciudad en los cristales
acabará por ser tu única música,
y las cartas de amor que habrás guardado
serán tu última literatura.
…
DÍAS DE ABRIL
Los pájaros de aquella primavera
es lo que escucho ahora en mi silencio,
pendientes de cambiar cantos por lágrimas.
El ataúd y el canto de los pájaros
no puedo separarlos desde entonces.
Sólo me nutre ya la inteligencia,
que prefiere el invierno con sus charcos helados,
caras grises y suaves por el frío.
Los campos que parecen estar muertos,
los abetos que callan por los años
que han transcurrido ya sin Navidad,
porque sería aún mucho más triste
cantar nosotros solos las canciones.
El pensamiento, al que descoyuntaron
la oscuridad de la pasión y el sexo,
no ha encontrado la paz hasta la senectud.
Es la impotencia la que nos socorre.
La que, haciendo imposible ya el futuro,
salva el breve presente, dignifica el ayer.
…
ÚLTIMOS ECOS
Terminada la guerra,
el saco familiar de historias tristes
se abría en cada casa: personajes
que para aquellos niños fueron sólo
un nombre, un dolor vago en los retratos
explicados en tardes de domingo
sin luz eléctrica, que se morían
oscurecidas como un gran desván.
Nuestra alegría se desparramaba
por todos los solares, con silbidos
que en el crepúsculo se oían
mezclándose al llamado de las madres.
Vuelvo a la Escuela Nacional de Niños,
puedo oír, en la calle sin aceras,
el recreo en mitad de la mañana,
el griterío y las rodillas sucias
tras pelotas de trapos y cordeles.
La calle polvorienta donde estuvo
con su estucado gris y sus dos aulas,
sin ningún patio ni jardín, mi escuela.
Pero, de aquellos días queda, apenas,
el frío anochecer
que mi padre traía en el abrigo,
miedos nocturnos, tardes
de juegos en lejanas azoteas.
Y la sombra de inviernos ferroviarios,
cuando al alba mi madre iba alejándose
por una calle oscura y solitaria
con mi hermana cogida de la mano:
la maestra y su niña hacia la escuela,
tapadas con bufandas bajo el frío.
La infancia transcurría sin pasado:
cometas de papel en la alta tarde
y canicas debajo de los muebles
y aburrimiento de calcomanías
en los días más fríos y lluviosos.
Mi madre, con mi hermana, ya se alejan
en un tren sin paradas que recorre
las soledades de mi propio invierno.
…
EL BUSCADOR
DE ORQUÍDEAS
No había en casa libros adecuados
para el desasosiego adolescente.
Los de urbanismo eran aburridos
y Cataluña, pueblo desdichado
me parecía un título muy triste.
Cogí el Mein Kampf, un breve libro negro
que tomé por profundo. Así empecé
por el lugar más sucio de la literatura.
Las palabras de Hitler, tan vulgares,
eran un pozo negro.
No lo he olvidado, pese a que no lo recuerdo.
Me di de bruces con la realidad.
Fue allí donde empezó la poesía,
difícil y sin falsas esperanzas.
He hecho siempre como el jabalí,
que busca y, delicado, escoge y come
el bulbo -conocido como el orquis–
de la orquídea.
…
NUESTRO
TIEMPO
Cuando nos dimos cuenta, ya estaba en las ventanas,
como para quedarse. Pero ahora
nada nos ilumina sino esa vaga niebla.
A veces, una luz desgarradora.
El nuestro fue otro tiempo mucho más inocente:
Todavía en las obras celebrábamos
cuando, sin accidentes, la estructura
Llegaba a lo más alto y se cubrían aguas.
Vivíamos en calles
a las que les sentaba bien un nombre
Como el de las Camelias.
Entre las azoteas, cada noche
se encendían las luces
del ático de nuestra juventud.
Entre las voces suaves y lejanas,
alguna vez, se oye un grito de pánico.
Pero una herida
Es también un lugar donde vivir.
…
AUTORRETRATO
CON MAR
Aquel niño callado. Juega solo.
Permanece detrás de estos ojos de viejo,
resiste la embestida brutal del mediodía
oyendo los confusos versículos del mar
y el grito de los cuerpos desnudos y oxidados
al entrar en las aguas transparentes y frías
de la playa de piedras. Avergonzado, corre
de un escondite a otro de los cuentos.
Duerme dentro de mí, desvalida criatura:
duerme dentro de mí, una noche de reyes,
donde en silencio vuelan las escobas
y los lobos dejaron sus huellas en la nieve.
Afuera brilla un cielo lleno de albaricoques,
y el mar azul oscuro de ciruelas
se deshace en los negros cuchillos de las rocas.
El verano de alcohol frío en los ojos
me hace sentir mi vida como la pulpa oscura
y dorada de un fruto que se pudre
alrededor del hueso del recuerdo.
Dentro de mí ocúltate, desvalida criatura.
Dentro de mí protégete de la cruel claridad.
Recita la leyenda que habla del niño gris
y de la miserable bicicleta
montada por el triste ciclista del suburbio.
Te busca y está cerca. Pedalea hacia aquí.
…
UN POBRE
INSTANTE
La muerte no es más que esto: el dormitorio,
la luminosa tarde en la ventana,
y este radiocasete en la mesita
-tan apagado como tu corazón-
con todas tus canciones cantadas para siempre.
Tu último suspiro sigue dentro de mí
todavía en suspenso: no dejo que termine.
¿Sabes cuál es, Joana, el próximo concierto?
¿Oyes cómo en el patio de la escuela
están jugando los niños?
¿Sabes, al acabar la tarde,
cómo será esta noche,
noche de primavera? Vendrá gente.
La casa encenderá todas sus luces.
…
LECTURA
Penetro en otras vidas.
Llevo días leyendo, pero ahora
alzo los ojos porque me doy cuenta
de que apenas sé nada de quien escribió el libro.
Me avergüenza no conocer
más que su lucidez. Toda supervivencia
es esta especie de conversación
silenciosa y sin tiempo. Es algo aterrador
y ocurre en el abismo de la mente,
un frío cielo azul en el que el amor es
la única forma de posteridad.
…
AMADA REGINA
En todas las ciudades busco siempre
un hotel que llevara el nombre de ella.
El Regina de Roma y su fachada
severa y gris, fascista, de granito.
El Regina de Londres, frente a un parque
tristísimo al crepúsculo. El Regina
con las piedras negruzcas de Bruselas.
El cálido Regina de París,
junto al «quai» solitario de barcazas.
El Regina y su zócalo de moho
lamido por las aguas oscuras de Venecia.
Y cuando ella murió, y él no viajaba ya,
el último Regina, en el bullicio
del centro, en Barcelona,
le acogió con sus gélidos espejos
y con su delicada marquesina
de hierro y de cristal en la calle Bergara.
Regina amada, hoteles y mujer:
algunos negros bultos en la noche,
la caldera encendida y los neones
de tu nombre, violentos de tanta soledad.
Ciudades que están llenas de imprevistos
hitos de amor.
…
CALIGRAFÍA
Ha apoyado la frente en el cristal
frío, empañado, con trasluz de invierno.
Escribe el nombre de ella y, a través
de las líneas que traza con el dedo,
la ha visto en un paraje solitario
con el mar y las rocas en la noche.
Al fondo, las estrellas: de pronto, las gaviotas
alzan el vuelo como un resplandor
al paso de un falucho. Se ha engañado:
detrás de la ventana hay una calle
que el alba hace más triste, sin un alma,
con coches aparcados.
Tras las líneas comienza a amanecer:
el sol naciente borrará ese nombre
en la escarcha rosada del cristal.
…
COSAS EN
COMÚN
Habernos conocido
un otoño en un tren que iba vacío;
La radiante, aunque cruel
promesa del deseo.
La cicatriz de la melancolía
y el viejo afecto con el que entendemos
los motivos del lobo.
La luna que acompaña al tren nocturno
Barcelona-París.
Un cuchillo de luz para los crímenes
que por amor debemos cometer.
Nuestra maldita e inocente suerte.
La voz del mar, que siempre te dirá
dónde estoy, porque es nuestro confidente.
Los poemas, que son cartas anónimas
escritas desde donde no imaginas
a la misma muchacha que un otoño
conocí en aquel tren que iba vacío.
…
EN TORNO A LA
PROTAGONISTA DE UN POEMA
Conocía muy bien tu piel dorada,
la señal de peligro de tus ojos azules.
Sueños de profesor que comenzaba
a perder su futuro. Hace mucho surgiste
entre aquellos muchachos y muchachas
del bar acristalado de nuestra Escuela blanca,
desde donde veíamos el mar.
Me preguntan quién eres. Quizás, un día, expertos
en soledad y en crímenes pasados
buscarán, amparada en las palabras,
la sombra de tu nombre y no hallarán
sino cartas violeta de la noche
y el rastro, entre papeles, de unos ojos azules.
…
FAROS EN LA
NOCHE
Intento seducirte en el pasado.
Las manos al volante y esta luz
de club nocturno del tablier me dejan
-fantasía invernal- bailar contigo.
Detrás de mí, igual que un gran camión,
el mañana hace ráfagas de luces.
No lo conduce nadie y me adelanta,
pero ahora tú y yo viajamos juntos
y el coche puede ser el dos caballos
de los años sesenta hacia París.
"Je ne regrette rien" canta Edith Piaf.
Bajo la ventanilla, entra la noche
fria de la autopista, y el pasado
se aproxima de cara, velozmente:
cruza y me ciega sin bajar las luces.
…
FLORES
BLANCAS EN LA NIEBLA
Sábanas grises de la escarcha
cubrían el bancal de los almendros;
pero llegaron lluvias como máscaras
y la hierba borró los espejos del frío.
En la invernal mirada un aire cálido
comenzaba a mentir
a aquellas alas grises
de pájaros erráticos en árboles desnudos.
En una sola noche de tibieza
con reflejos de sombra en el espejo,
los almendros se abrieron en sus flores.
Tú llegaste también
en un tiempo de frío y soledad:
El amor fue la brisa
sobre la escarcha gris. Las flores olvidadas
extendían olor a primavera
en el ámbito helado, nieve cálida
de breves flores blancas. Con tristeza
las recuerdo durante aquel invierno
que en una sola noche las heló.
…
HISTORIA EN
UN ÁTICO
La vida convirtiéndose -¿recuerdas?-
en viajes y trabajo.
La terraza, las vistas, y nosotros
mirando hacia otra parte: así acostumbra
a iniciarse el error: Pero al final,
hacía tanto frío que una tarde
cerramos la terraza de aquel ático.
Sabes lo que te ofrezco: un viejo buitre
a quien el miedo hace volar más alto
y que prepara su vertiginoso
descenso hacia las últimas carroñas.
Del confuso negocio del amor
quedan sólo las últimas monedas
de un tesoro saqueado. Conversemos,
ya que nosotros siempre hemos hablado,
y la conversación tiene el calor
que desea quien sube a un tren nocturno
como el que se me lleva: mi pasado
se borra y el futuro ya no es nadie.
Es otra clase de felicidad.
…
HORARIOS
NOCTURNOS
Acostado a tu lado, oigo los trenes.
Cruzan mi frente sus fugaces luces
rasgando el horror tibio de esta noche.
La pausa de silencio me deja una luz roja,
una nota sobre este pentagrama
de cables y de vías oscuras y brillantes.
Acostado a tu lado,
oigo cómo se alejan con el ruido más triste.
Quizá me he equivocado no subiendo a uno de ellos.
Quizá el último acierto
sea -abrazado a ti-
dejar pasar los trenes en la noche.
…
INICIACIÓN
Calles estrechas con esquinas tristes,
rótulos anunciando en los balcones
lavajes y la cura de venéreas.
Lances de amor, permanganato, el alba.
La primera mujer
en un cuarto con sábanas heladas.
La luna tiene el rostro
de aquella pobre puta de Madrid.
La ciudad gris, como la policía.
Fue en un mítico viaje clandestino.
No quiero añadir más literatura.
Ni me marcó ni me hizo sentir sucio.
Sólo un tanteo previo
para irme acostumbrando a este misterio
que une dentro de mí mi amor por ti
a un peligro de oscuros callejones.
...
Joan Margarit
Consarnau (Sanaüja, España 1938-2021) fue un poeta
y arquitecto español. Como arquitecto, fue catedrático de la Universidad
Politécnica de Cataluña y participó en la construcción de la Sagrada Familia.
Como poeta, escribió en catalán y en español y fue distinguido con el premio
Cervantes. Desde el año de 1980 el poeta decidió utilizar el catalán como
lengua literaria, con la que ha publicó casi el total de su obra poética integrada por más de quince libros
entre los que destacan: «Mar d’hivern» en 1986, «Llum de pluja» en 1987, «Edat
roja» en 1989, «Els motius del llop» en 1993 y «Aiguaforts» en 1995. A partir
de 1999, el poeta publicó ediciones
bilingües de sus libros «Estación de Francia», «Cien poemas», «Poesía amorosa completa» y «Joana», en memoria de una de sus
hijas, quien falleció a la edad de treinta años. Su última obra, "Casa de
Misericordia", editada por Proa en 2008, obtuvo el Premio Nacional de
Poesía, el Rosalía de Castro y el de Poesía de Catalunya.
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