CLAROS DEL BOSQUE
No me
respondes, hermana. He venido ahora a buscarte. Ahora, no tardarás ya mucho en
salir de aquí. Porque aquí no puedes quedarte. Esto no es tu casa, es sólo la
tumba donde te han arropado viva. Y viva no puedes seguir aquí; vendrás ya
libre, mírame, mírame, a esta vida en la que yo estoy. Y ahora sí, en una
tierra nunca vista por nadie, fundaremos la ciudad de los hermanos, la ciudad
nueva, donde no habrá ni hijos ni padres. Y los hermanos vendrán a reunirse con
nosotros. Nos olvidaremos allí de esta tierra donde siempre hay alguien que
manda desde antes, sin saber. Allí acabaremos de nacer, nos dejarán nacer del
todo. Yo siempre supe de esa tierra. No la soñé, estuve en ella, moraba en ella
contigo, cuando se creía ése que yo estaba pensando.
En ella
no hay sacrificio, y el amor, hermano, no está cercado por la muerte.
Allí el
amor no hay que hacerlo, porque se vive en él. No hay más que amor.
Nadie
nace allí, es verdad, como aquí de este modo. Allí van los ya nacidos, los
salvados del nacimiento y de la muerte. Y ni siquiera hay un Sol; la claridad
es perenne. Y las plantas están despiertas, no en su sueño como están aquí; se
siente lo que sienten. Y uno piensa, sin darse cuenta, sin ir de una cosa a
otra, de un pensamiento a otro. Todo pasa dentro de un corazón sin tinieblas.
Hay claridad porque ninguna luz deslumbra ni acuchilla, como aquí, como ahí
fuera.
…
LA LLAMA
Asistida
por mi alma antigua, por mi alma primera al fin recobrada, y por tanto tiempo
perdida. Ella, la perdidiza, al fin volvió por mí. Y entonces comprendí que
ella había sido la enamorada. Y yo había pasado por la vida tan sólo de paso,
lejana de mí misma .Y de ella venían las palabras sin dueño que todos bebían
sin dejarme apenas nada a cambio. Yo era la voz de esa antigua alma. Y ella, a
medida que consumaba su amor, allá, donde yo no podía verla; me iba iniciando a
través del dolor del abandono. Por eso nadie podía amarme mientras yo iba
sabiendo del amor. Y yo misma tampoco amaba. Sólo una noche hasta el alba. Y
allí quedé esperando. Me despertaba con la aurora, si es que había dormido. Y
creía que ya había llegado, yo, ella, él... Salía el Sol y el día caía como una
condena sobre mí. No, no todavía.
…
LA PENSADORA DEL AURA
Nacer sin pasado, sin nada previo a que
referirse, y poder entonces verlo todo, sentirlo, como deben sentir la aurora
las hojas que reciben el rocío; abrir los ojos a la luz sonriendo; bendecir la
mañana, el alma, la vida recibida, la vida ¡qué hermosura! No siendo nada o
apenas nada por qué no sonreír al universo, al día que avanza, aceptar el
tiempo como un regalo espléndido, un regalo de un Dios que nos sabe, que nuestro
secreto, nuestra inanidad y no le importa, que no nos guarda rencor por no ser…
...Y como estoy libre de ese ser, que creía
tener, viviré simplemente, soltaré esa imagen que tenía de mí misma, puesto que
a nada corresponde y todas, cualquier obligación, de las que vienen de ser yo,
o del querer serlo.
…
¡CUÁNTA HERMOSURA..!
Nota de María Victoria Atencia:
En el
verano de hace ahora diez años, tras la publicación de algún libro mío,
recibí de
María un pliego doblado en cuatro y con un breve escrito que casi se perdía
en la
relativa inmensidad del papel.
Venían en
él, impresos, su nombre y su dirección postal. Y más abajo, mecanografiado
y
centrado en su página, el título, "A María Victoria Atencia", y el
texto en el que suplo
algún
signo ortográfico. Prescindo del nombre de la autora que en el pie figuraba
como firma.
Pero bajo
a ese pie la indicación sobre el lugar y fecha en que se escribió. Traigo ese
texto
aquí, después de largas dudas por razones de discreción personal, al considerar
que no se
trata de una bella dedicatoria con ocasión del envío de un libro suyo,
como
solía hacer, sino de unas líneas tan innecesarias como espontáneamente escritas
ex
abundantia cordis. Por ese mismo criterio de discreción reduzco a simple
dedicatoria
el
encabezamiento del poema y doy a éste un título con parte de su primer verso.
…
EL AGUA ENSIMISMADA
Para
Edison Simons
El agua
ensimismada
piensa o
sueña?
El árbol
que se inclina buscando sus raíces,
el
horizonte,
ese fuego
intocado,
¿se
piensan o se sueñan?
El mármol
fue ave alguna vez;
el oro,
llama;
el
cristal, aire o lágrima.
¿Lloran
su perdido aliento?
¿Acaso
son memoria de sí mismos
y
detenidos se contemplan ya para siempre?
Si tú te
miras, ¿qué queda?
…
MUCHAS GRACIAS
Muchas
gracias;
muchas,
muchas gracias.
Qué va.
Está muy bien.
Dispénseme,
señora.
No hay de
qué.
Está
completo, pero está muy bien.
Un
farsante, un cuentista,
un
enterao
-la Place
de l'Alma-, un cualquiera,
me da
igual.
Cuando
usted quiera.
Ah,
señora, ¡si usted supiese!
Está
bien.
Aquellos
buenos tiempos...
Mas París
es París, y está muy bien.
Aunque no
lo comprendo.
L'Étoile,
Notre-Dame, Les Champs,
se sabe,
¿por qué no?
Encuentro,
encontraré, ¿encontré
ya?
Entonces,
apresúrese, vaya.
¿Por qué
no?
…
LA MIRADA
Sólo
cuando la mirada se abre al par de lo visible se hace una aurora. Y se detiene
entonces, aunque no perdure y sólo sea fugitivamente, sin apenas duración, pues
que crea así el instante. El instante que es al par indeleblemente uno y
duradero. La unidad, pues, entre el instante fugitivo e inasible y lo que
perdura. El instante que alcanza no ser fugitivo yéndose.
Inasible.
El instante que ya no está bajo la amenaza de ser cosa ni concepto. Guardado,
escondido en su oscuridad, en la oscuridad propia, puede llegar a ser concepción,
el instante de concebir, no siempre inadvertido.
Y así, la
mirada, recogida en su oscuridad paradójicamente, saltando sobre una aporía, se
abre y abre a su vez, "a la imagen y semejanza", una especie de,
circulación. La mirada recorre, abre el círculo de la aurora que sólo se dio en
un punto, que se muestra como un foco, el hogar, sin duda, del horizonte. Lo
que constituye su gloria inalterable.
…
María Zamabrano (Málaga –
Madrid) fue una
intelectual, filósofa y
ensayista española. Su
extensa obra, entre el compromiso cívico y el
pensamiento poético, no fue reconocida en España hasta el último cuarto del
siglo XX, tras un largo exilio.
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